Se sabe que Silence ha sido sin duda uno de los proyectos más ambiciosos de Martin Scorsese. Se dice que la idea de esta película ha estado puesta sobre la mesa desde hace más de 20 años y finalmente aquí tenemos el resultado.
Basada en la novela homónima de Shusaku Endo, uno de los más reconocidos escritores japoneses. Llevada al guión por Jay Cocks, amigo personal de Scorsese, quien ya había trabajado junto a él para Gangs of New York, The Age of Innocence, e incluso colaboró con The Last Tempation of Christ.
Hay que destacar a Andrew Garfield, quien ofrece un trabajo sumamente sobrio. Igualmente Adam Driver, Liam Neeson, Yosuke Kubozuka y el resto del elenco. Pero, a decir verdad, el ámbito técnico fue un poco más convencional de lo esperado. Aun así, excelentemente hecho.
Cristianos ocultos
Tratando de resumir con un breve storyline, Silence trata sobre los llamados Kakure Kirishitan. Estos fueron la ínfima población de cristianos ocultos durante la época de persecuciones en Japón.
Remontándonos un poco a la historia nipona, el cristianismo en Japón significaba un crimen, una deshonra por la cual dichos creyentes eran torturados hasta la muerte. El perdón venía si apostataran, es decir, pisar las imágenes católicas, renegando su fe y su Dios.
Sin embargo, el problema era que la mayoría de los cristianos preferían morir como mártires, esperando entrar en el llamado paraíso. Esto empezó a significar una problemática para los perseguidores, porque a pesar de las masacres, no lograban arrancar el tallo desde la raíz. Pronto se dieron cuenta que, con la apostasía de los padres portugueses que los cristianos japoneses tanto adoraban, podrían lograr resultados más efectivos.
Está también el interesante personaje de Kichijiro. Presunto cristiano que vive con la pena y la angustia de sus acciones. Un punto importante para analizar, quien quizá tenga una idea algo distorsionada y conveniente con respecto a la confesión, o simplemente la culpa de sus actos lo atormenta hasta tal punto.
Estructura e Intencionalidad
Aquello es solo lo que se ve por encima de su trama. Sin embargo, sin la necesidad de hacer mucha introspección en su material semiótico, en ocasiones Silence nos envía ciertos mensajes contradictorios.
Desde el inicio de la película, se intenta generar una ferviente empatía por los sacerdotes, su misión y por los cristianos japoneses. Y hay que admitirlo, parece pecar de parcial y hasta algo manipuladora.
La película se desarrolla con una estructura bastante básica. El usual protagonista que trata de hacer de héroe (el personaje de Andrew Garfield), el villano malvado (Inoue), y las víctimas (los perseguidos kakure kirishitan).
Para explicar mejor el tema, pongamos por caso el de la mayoría de las producciones bélicas: los honorables soldados, protagonistas en contra de algún ejército absolutamente salvaje e inhumano, y, por supuesto, las inocentes víctimas.
Es necesario aclarar que, sin ganas de crear controversia, las dos premisas pueden ser absolutamente ciertas. Pero durante casi toda la película, Silence te quiere obligar a sentir pena, a pensar «mira cuánto sufren», «mira lo malos que son». La objetividad es un aspecto que no puede darse por sentado y aquí a veces se les retrae un poco la mano.
Martin Scorsese es un fiel creyente de Dios y de la Iglesia Católica. Pero también hay que recordar una de sus películas más polémicas, The Last Temptation of Christ. Por lo tanto, podemos darnos cuenta que a pesar de sus creencias, a Scorsese no le pesa el pulso para desarrollar temas religiosos controversiales.
El Silencio
Aparte de la mínima banda sonora, durante unos puntos específicos de ciertas escenas, literalmente parece decirnos «abre los ojos, no hay nada ahí». Es allí cuando todo se pone más interesante al hacer referencia directa con respecto al silencio o inexistencia de Dios. Finalmente, llegando a un punto más imparcial donde nos hace dudar. Lástima que esto dure tan poco.
Por otro lado, se hace uso de unos primerísimos planos a la imagen de un santo con características bizantinas, al más puro estilo de Tarkovsky en Andrei Rublev. Pero también un importante enfoque en la imagen de Cristo, al que escuchamos hablar. Desde este punto se quiebra el silencio, y es cuando nos preguntamos ¿realmente el padre dejó de creer en su Dios? El personaje de Liam Neeson parece darnos una pista, pero lo cierto es que ambos se mantuvieron siempre en silencio.
Conclusión
Para resumir, quizá Silence no sea la obra maestra que muchos esperábamos, pero sin duda se trata de un trabajo notable. Una película de ritmo pausado, pero con el singular toque digerible de Scorsese, un filme que definitivamente vale la pena ver y analizar.